Historia de Vicálvaro | Capítulo V, El siglo XVIII

Un pueblo madrileño

En el siglo XVIII

Si las relaciones topográficas de Felipe II constituyen, como hemos visto, una fuente de primera mano para el conocimiento del pueblo en el siglo XVI, de no menor valor es el informe del licenciado Domingo Alvarez Valentín para imaginar lo que era la aldea a finales del siglo XVIM. En efecto, Alvarez Valentín, párroco de Nuestra Señora de la Antigua describe Vicálvaro y Ambroz el 25 de abril de 1788 —a petición del Cardenal Lorenzana y por intermedio de Thomás López, con destino a la Descripción de los pueblos de Madrid— de la siguiente manera: «El pueblo tiene aproximadamente cuatrocientos vecinos, cuenta con una parroquia y tres ermitas, la del Socorro, muy buena, y dos más pequeñas: el Cristo de la Guía, situada en el camino bajo que va para Madrid, y la Soledad en el camino de las piedras o del Sepulcro, carece en cambio de convento». Respecto a los orígenes afirma: «No se sabe por quien ni quando se fundó ni tiene Armas ni ai noticia de sucesos acaecidos en el ni de hombres ilustres que aia tenido como ni tampoco Castillos ni edificios de consideración».

Sobre la geografía escribe: «No tiene montes ni sierras que toda su circunferencia es llana a excepción de algún montecillo». Produce trigo, cebada, garbanzos, algarrobas, guisantes, habas, avena y uva, careciendo de otros frutos. Su cosecha en años regulares es de aproximadamente 40 a 50 mil fanegas anuales, y de 10 a 12 arrobas de vino en años buenos.

«No tiene manufacturas ni fábricas ni mas industria que la de la labor.» Algunos de sus vecinos se dedican a la fábrica de yeso, y piedra que sacan de las canteras que llaman del Castillo y del cerro de Rivas, otros llevan paja a Madrid; los menos, son paseros y labradores. No hay en el pueblo ferias ni mercados, ni otros comercios y tráficos que los expresados (paja, yeso y piedra), aunque muy pocos labradores venden parte de su grano.

En cuanto a los estudios, el informe sostiene: «No hay mas estudio que el de Gramatica cuio Preceptor esta dotado con nueve reales diarios. Tiene maestro de primeras letras con la dotación de ocho reales y maestra de niñas con la de cinco reales y medio, ni seminario ni coleglo».

El gobierno político y económico está en manos de «dos alcaldes, dos corregidores y cada uno de ellos su procurador, diputados y personeros, que cuidan de sus propios y Cobranza de los débitos reales que, para cubrirlos, sobre lo que dan de sí, los puestos de carne, tienda, abacería y mesones, hacen repartimientos por hacienda y haberes, a proporción. Tienen, asimismo, dos alcaldes de la Hermandad con sus cuadrilleros para el cuidado y guarda de sus frutos».

Existe un hospital «donde se recogen los pobres mendigos y los enfermos que transitan al Hospital de Madrid», cuya existencia data del siglo XVI, como hemos visto. Las enfermedades más frecuentes son «terciarias»; «tabardillos», «calenturas ardientes» y «dolores de costado», que curan con sangrías y bebidas de la botica. Por distintos motivos mueren anualmente unas cincuenta personas y nacen alrededor de setenta.

El pueblo cuenta con cinco fuentes: la de los «tres caños» es la más importante y manantial principal del arroyo. Las otras, entre las cuales están las de San Pedro y San Juan, se consideran de aguas minerales y purgantes.

El actual cuartel de Artillería ya existía en la época, aunque no pertenecía entonces a éste arma. «Hay conforme se viene de Madrid un quartel de guardias españolas a su entrada con sus Pabellones separados para oficiales [...] sargentos.» «Para educar a los individuos del Regimiento se ha eregido un seminario O Colegio [...] donde se enseña la doctrina [...] a leer a contar, como también a manejar armas.»

En la Descripción figura la ermita del Sepulcro o de la Soledad, situada «en el camino de las Piedras al Este». Su fundación corrió a cargo de una familia de abolengo: los Sevillanos. La ermita se fue deteriorando por el paso del tiempo y por los actos de vandalismo de algunos inconscientes. En 1984 el Equipo de Investigación Histórica llevó a cabo su restauración por suscripción popular, y el 8 de septiembre de 1985 se inauguró con la participación del pueblo, que acompañó a la imagen de la Soledad que en el pasado albergaba en su interior y que debido a su grado de deterioro se guardaba en la cripta del cementario, nuevamente a la ermita.

También describe Tomás López la ermita del Santísimo Cristo de la Guía, «a tres o cuatro tiros de piedra, situada en el Camino Bajo que lleva a Madrid en su parte Oeste».

De esta ermita queda, como recuerdo del pasado, el pétreo basamento de una cruz de dos metros y medios de alto, que hoy se encuentra frente a la parroquía del Santísimo Cristo de la Guía. En una inscripción esculpida en su base se lee:

«A honra y gloria de Nuestro Señor Jesús dio de limosna esta cruz.» Francisco Pinilla, 1680.

Estaba situada anteriormente junto a lo que fue ermita del Santísimo Cristo de la Guía, entre la carretera de Vicálvaro a Vallecas y el Camino del Cristo de la Guía. Servía de humilladero, es decir, marcaba la entrada al pueblo.

Años más tarde, en 1781, visitó Vicálvaro el cardenal Lorenzana, promotor de la anterior encuesta y titular del arzobispado de Toledo, al cual pertenecía el pueblo, quien concedió indulgencias a la ermita hoy desaparecida del Socorro, fundada por Manuel de Aravaca y María Vizcaíno y donde se veneraba la imagen de Jesús de Nazaret que presidía las procesiones de Semana Santa, concretamente el Miércoles Santo. Esta ermita estaba en la calle del Socorro y su imagen (que también fue venerada por los Trinitarios Descalzos de Jesús de Nazaret, que poseían un convento en lo que hoy es cuartel de Artillería) fue destruida durante la Guerra Civil de 1936-39.

El mismo cura párroco describió también la vecina aldea de Ambroz, que en aquel momento era casi un despoblado, con sólo ocho vecinos, «aunque en tiempos fue de mayor vecindad, pero por lo enferma de su situación, entre dos arroyos, uno a la parte del norte y otro a la de Mediodía, está menos que despoblada». Estos arroyos, que la aislaban, con su buen arbolado, van a verter al río Jarama. Las arboledas las disfrutaron los lugareños, organizando romerías y meriendas (según testimonios orales de los ancianos), hasta que la Guerra Civil las destruyó, convirtiéndose en yermo lo que, durante siglos, fue un fresco y hermoso lugar.

El único edificio público con el que cuenta por entonces es su iglesia parroquial, denominada de San Benito Abad. No posee escuela, concurriendo los niños a la de Vicálvaro.

Su gobierno político se reduce a un alcalde, el alcalde de la Hermandad y los cuadrilleros.

La actividad económica se remite a la agricultura y al comercio de piedra que mantenían con Madrid.

El marqués de San Leonardo, con hacienda en este lugar, posee una huerta de 26 fanegas, poblada de olivos y frutales, entre los que se crían hortalizas de buena calidad; junto a ella reedificó una casa antigua (la granja de Ambroz, ya derruida).

Otro de los documentos básicos para describir el estado del pueblo en el siglo XVIII es el llamado Catastro de Ensenada, gracias al cual sabemos que Vicálvaro sigue manteniendo su economía agraria. Cultiva trigo, cebada, garbanzos, algarrobas, avena, almortas, habas y guisantes; tiene además ganado lanar y alguna cría de caza menor. En relación con la propiedad agraria, muchas tierras de Vicálvaro eran de la villa de Madrid, que las arrendaba a vecinos de la aldea mediante los contratos correspondientes.

En 1751 se tasó el total de tierras en 7.500 fanegas, aproximadamente. A juicio de los vecinos informantes de las tierras cultivadas dedicadas a la producción de cereal, 1.100 fanegas eran de la mejor calidad, 1.900 de mediana y 2.500 de calidad inferior.

De las dedicadas al viñedo, 150 fanegas eran las de mejor calidad, 250 fanegas de mediana y 550 de inferior calidad.

El resto de las tierras estaba cubierto por barrancos, cañadas, caminos, prados, eras y tierra inculta por naturaleza.

En cuanto a la productividad, «una fanega de la buena sembrada de cebada produce 14 fanegas, otra de mediana seis fanegas y otro de la inferior cuatro fanegas».

«El precio ordinario de cada fanega de trigo en un año regular es de 18 reales y 9 reales la de cebada». Por una arroba de vino se pagaban 6 reales y el valor de un carro de paja producido por una fanega de tierra era de 14 reales.

El pequeño mercado y las actividades relacionadas con Madrid se siguen manteniendo, según la descripción de Lorenzana, que visitó nuestro pueblo el 4 de octubre de 1781, «las mujeres casadas, después del trabajo del campo se ejercitaban en el lavado de ropa de las gentes de Madrid, trayéndolas y llevándolas», actividad que realizaban en los lavaderos situados en las actuales calles de los Gallegos y de la Pirotecnia.

En las Memorias políticas y económicas, de Eugenio Larruga, se cuenta que, en 1788, «en Bicálvaro, hay otra tenería (lugar donde se curten y trabajan las pieles) perteneciente a los herederos de D. Antonio de Madrid Dávila, en donde al año se curten de 350 a 400 cueros en suela y 50 y 60 baquetas».

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