Historia de Vicálvaro | Capítulo II, La edad media

La población, ¿cuántos éramos?

Hasta ahora hemos ido citando varios exconvecinos, los que tuvieron la suerte de «salir» en la Historia, pero ¿cuántos vicalvareños hubo en total? Lamentablemente, la respuesta se ignora. Sin embargo, hay un sistema para calcularla aproximadamente: los Repartimientos de peones para el Real de Manzanares. Hablaremos de este asunto, vital para todo Madrid y su tierra.

El momento en el cual nos vamos a fijar es justamente el año 1500. El día 28 de febrero de ese año, la Chancillería de Valladolid dictó provisión mandando que se ejecutase la sentencia, ganada por la Villa en grado de revista, contra el duque del Infantado, sobre el disfrute del Real de Manzanares. Este episodio no fue sino un acto más del drama que comenzó en el siglo xt y que duraría hasta mediados del XVII: la denodada lucha entre madrileños y segovianos por la zona comprendida entre El Pardo y la Sierra. De nuestro lado estaba la situación de iure y del suyo la de facto: frente al enorme potencial económico y demográfica de Segovia y su Tierra, Madrid y la suya sólo podían oponer «papeles», aunque no siempre, pues, como vamos a ver, a menudo se pasaba a los hechos y también a las manos.

Por estas fechas, la Ciudad de Segovia ya había perdido la pretendida titularidad jurisdiccional del Real a favor de los duques del Infantado (como condes del Real de Manzanares que eran); era otro el enemigo, pero, para Madrid, el mismo problema.

La sentencia aludida facultaba a Madrid para derribar todas las cercas que los habitantes del Real (de origen segoviano en su mayoría, como se ha dicho) habían construido en los últimos años. Para ello precisamente se decidió que todas las poblaciones de la Tierra (incluida la Villa, por supuesto) tenían que mandar gente para proceder a los derribos. La envergadura de la tarea superaba con mucho la de los pocos funcionarios fijos que tenían los ayuntamientos; pero, además, era una cuestión que a los vicalvareños, como a todos los madrileños, les afectaba personalmente. En efecto, en el siglo XVI, la práctica totalidad de la leña que se consumía en Vicálvaro y en las demás aldeas procedía de allí: permitir que los segovianos o el duque se lo apropiaran significaba pasar frío. Y no sólo eso: ya se ha citado cómo a un vecino le quitaron sus ganado los del Real. «Cuando las barbas del vecino veas pelar...». Así pues, se repartió el trabajo entre todos: a Vicálvaro le cupieron veinte peones (léase jornadas de labor, que no tenían por qué ser veinte personas distintas). El total, incluida la Villa (que era la que más aportaba), fue de 1.080 (o de 870 si la excluimos), lo que nos da una media de 33,4 peones por aldea; es decir, Vicálvaro era un pueblo menos que mediano, más distante de los 150 que aportó Getafe que de los cinco de Coslada.

Como es totalmente lógico suponer que el reparto era proporcional a la población y Ambroz, con sus 56 vecinos hubo de mandar también 20, deducimos que la población vicalvareña rondaría las 225-250 personas.

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