Historia de Vicálvaro | Capítulo VI, El siglo XIX

Evolución social

Las clases populares de los siglos XVI al XIX se hallan representadas principalmente por agricultores, canteros y ganaderos. La proporción de estas gentes en el siglo XVII, según la descripción de Lorenzana, es la siguiente: «Una tercera parte se compone de yeseros y pedreros, otra de pajeros y la otra de labradores, aunque ésta es la más corta».

No hay que olvidar, aunque Lorenzana no los nombre, a los primeros obreros industriales que albergó la Real Fábrica de Tejidos hasta 1770, año en el que esta población fue sustituida por los militares.

Las profesiones liberales estaban formadas por un médico que atendía a los enfermos de Vicálvaro y Ambroz, dos escribanos y autores literarios y traductores. Entre los autores se encuentran los hermanos Vicente y Miguel Vizcaíno Pérez y como traductores los Pinilla.

Es en el siglo XVIII, sobre todo, cuando encontramos más variedad de tipos sociales, que van desde las gentes que no podían pagarse ni su propio entierro, y que figuran en los libros de defunciones de la parroquía como pobres de solemnidad, hasta los vecinos que, como doña Manuela del Río, recurren al notario para legar su patrimonio a sus herederos. Por su carácter anecdótico recogemos de su testamento las siguientes líneas:

«En el nombre de Dios todopoderoso. Amén.
Sepan por este publicado testamento, última y póstuma voluntad, como yo, Manuela del Río, natural de Torrejón |...].
Es mi voluntad que el día de mi entierro, siendo hora competente y sino la siguiente se me diga misa cantada con diácono, subdiácono y responso y las ofrendas acostumbradas. Es mi voluntad que un guardapiés de brocado, una casaca de terciopelo y una barguiña de Principela que tengo se vendan [...].
Mando a Josefa de Huelbes, mi cuñada, un pañuelo bueno de los que tengo bordados [...].
Es mi voluntad mejorar, como desde luego mejoro, a Luisa Aranjo, mi hija legítima y de Domingo Aranjo, mi primer marido, en cien reales de vellón maravedíes del haber que la corresponda como una de mis hijas y herederos [...].
Instituyo y nombro por mis únicos y universales herederos a Luisa Aranjo, mi hija, y del expresado Domingo Aranjo, mi difunto marido, a Manuel y Gregorio de Huelbes, también mis hijos, y del expresado Anastasio de Huelbes, mi segundo y actual marido para que los lleven y gocen para siempre jamás con la bendición de Dios y la mía, y pido que me encomienden a su Divina Majestad [...].
Y por este mi testamento, reboco, anulo, doy por nulos y de ningún valor y efecto otros testamentos [...].
Así lo otorgo en este lugar de Vicalbaro ante el presente escribano, a dos días del mes de marzo de 1771.»

NUESTROS NOBLES

Si en el siglo XVI la nobleza estuvo representada en Vicálvaro por su escalafón más bajo, en el siglo XVIII hizo acto de presencia la nobleza terrateniente. Pasemos lista a sus representantes más destacados.

Marqués de San Leonardo

La concesión del título se hizo, según el «Elenco», el 18 de enero de 1849, aunque en las Respuestas de Lorenzana (19-10-1785) ya se citaba.

Fue primer caballero de la Orden de Calatrava. Levantó una tahona en Ambroz y, curiosamente, ingenió un «artificio de moler con dos piedras al mismo tiempo movidas con sólo una caballería». Poseía, además de 26 fanegas de tierra cultivada en Ambroz, dos casas, «la una para cuando su excelencia venga ——actual granja de Ambroz—- y la otra para la máquina de la tahona». No se sabe si el marqués vivió de continuo en Ambroz.

Duque de Sevillano

El apellido Sevillano procede de Alceda, aldea de la montaña de Santander, si bien puede pensarse en la posibilidad que sea oriundo de Sevilla. Santander es el origen de las numerosas ramas de este árbol genealógico, una de las cuales se sitúa en Vicálvaro.

El título de duque de Sevillano fue concedido a Juan de Mata Sevillano y Fraile-Pérez y Martín, marques de Fuentes de Duero, el 6 de diciembre de 1854. Juan de Mata nació en Vicálvaro el 9 de febrero de 1790 y fue bautizado en la iglesia parroquial del pueblo. Nuestra Señora de la Antigua, en donde se conserva la partida de bautismo que a continuación se transcribe:

«En esta iglesia de Santa María la Antigua, parroquia del lugar de Vicálvaro, a once días del mes de febrero de mil setecientos noventa, yo, Laureano Pérez Aravaca, teniendo cura de ella, bauticé solemnemente a un niño que nació el día nueve del mismo mes y año, hijo legítimo de José Sevillano y Feliciana Fraile, naturales y vecinos de este pueblo, nieto por línea paterna de Andrés Sevillano y Rufina Pérez, difuntos, y por la materna de Diego Valentín Fraile y Juana Martín, difunta. Le puse por nombre Juan de Mata y fue su padrino que le in sacro fonte a el bautizarle Nicolás Sevillano mancebo, hermano entero del bautizado.»

La personalidad de nuestro noble puede caracterizarse como la típica del burgués del siglo XIX. No hay que olvidar que es en este siglo cuando la Revolución industrial llega a nuestro país, socavando la estructura del Antiguo Régimen y encumbrando a la burguesía, que se hará económica y socialmente fuerte. El espíritu del burgués intenta romper con las barreras sociales y políticas que le impiden su ascenso económico, y una vez conseguido trata de maníener las mismas estructuras políticas y sociales. Prueba de este hecho, es que intentará imitar a la nobleza en sus formas y en su vida.

La venta de títulos nobiliarios fue muy frecuente en este siglo: los nuevos ricos, mediante su compra, creen alcanzar así un status Social digno de su posición económica.

Juan de Mata Sevillano era un hombre de inquietudes sociales. Ya en 1808, con dieciocho años, cuenta con una mención militar por su participación en la Guerra de la Indepenencia; posteriormente combatirá en favor de Isabel II en la guerra contra los carlistas. Por todas estas acciones militares consiguió el título de «benemérito de la patria», siendo condecorado con las cruces del mérito de distinción y declarado «Socio Honorario de la Sociedad Aragonesa de Amigos del País y de su Academia de Nobles Artes». Recordemos que estas sociedades de Amigos del País eran los únicos focos del progreso cultural y técnico de nuestro país.

A su exitosa carrera militar seguirá su ascenso económico como banquero y la posterior obtención de título de duque.

Así. el ya banquero Juan de Mata Sevillano obtuvo el título meses después del triunfo del levantamiento iniciado por O'Donnell en julio de 1854. El mismo participó personalmente en el levantamiento, formando parte de la Junta revolucionaria de Madrid, que actuaba desde un palacio propiedad del duque, situado entre las calles de los Leones y del Carbón. Además, hay que sumar el apoyo económico a la revolución que dio el poder a liberales y demócratas durante el bienio progresista. Al año siguiente fue nombrado ministro de Hacienda.

Un hecho muy común era, y sigue siendo, la unión de las fortunas de dos grandes familias, y así sucedió con la familia del duque de Sevillano, que pronto emparentará con la familia del conde de la Vega del Pozo; así, la hija del primer duque, M.ª Nieves, casará con el conde de la Vega del Pozo, uniéndose ambas familias. Entre las muchas propiedades que el duque tenía en Vicálvaro, una era la casa situada en la calle del Rastro, que permutará a favor del curato de Vicálvaro. En el acta de permuta, extractada a continuación, se describe el estado en el que se encontraba la mencionada casa. En este mismo documento se refleja que el palacio situado en la actual calle de la Condesa Vega del Pozo era de su propiedad. Permuta de una casa sita en la calle del Rastro del lugar de Vicálvaro, hecha por el Excmo. señor don Juan de Mata Sevillano, marqués de Fuentes de Duero, a favor del curato de dicho lugar otorgada en Madrid a 6 de junio de 1850.

«El Excmo. señor D. Juan de Mata Sevillano y D. Atanasio Castellano Presbítero, cura propio del lugar de Coslada, dijeron: que al primero corresponde en toda propiedad posesión, dominio y usufructo una casa en el lugar de Vicálvaro y su calle del Rastro, y al curato del mismo pueblo otra casa sita en el y su calle de Ambroz, las que habiendo tratado y convenido ambos permutar la una por la otra, yo Antonio Herrera maestro albañil he pasado a tasar y medir una casa en esta población y la última hacia el campo en la calle de Ambroz y lindante hacia el Mediodía y Poniente y norte con casa recreo y jardines del Excmo. Marqués de Fuentes de Duero y también linda al mediodía con casas de José Sáez y Marcos Ruiz Espejo de esta vecindad y al oriente con dicha “calle de Ambroz, después he pasado a tasar y medir una casa propia de D. Juan de Mata Sevillano y su calle del Rastro linda al oriente con otra casa de dicho señor D. Juan al mediodía con calle y plazuela del Escorial o Pilar de las Mulas al poniente con casa de D.José Dersieres, coronel que fue de caballería, y al norte con la calle del Rastro, donde tiene su entrada.

Declaran tres testigos: Angel Pérez, Manuel Martín, Francisco Rueda para justificar que la casa del curato que no tenía escrituras pertenecía a dicho curato.»

CONDES DE LA VEGA DEL POZO

Descendiente del linaje de los Dicastillo, naturales de la villa de Dicastillo, del partido judicial de Estella, Navarra.

El primer titular fue Mateo López de Dicastillo y López de Dicastillo, que también era del Consejo de S. M. y Cámara de Castilla y caballero de la Orden de Calatrava desde el 11 de noviembre de 1678. La concesión oficial del título recayó sobre su biznieto, don Manuel Dicastillo y Alfaro, por el Real Despacho de 10 de febrero de 1784, con el vizcondado previo de Jorbalán. Este, natural de Madrid, además de ostentar el título de conde fue caballero de la Orden de Carlos III. Entre sus hijos destacamos a Bernarda López de Dicastillo y Olmeda, que casó con Miguel Desmasieres, de noble familia de Flandes y general del ejército que luchó durante la guerra de la Independencia. De este matrimonio arranca la línea nobiliaria a la que pertenece nuestra condesa: M.ª Diega Desmaieres y Sevillano, hija de M.ª de las Nieves Sevillano y Sevillano Fraile Mocete, duquesa de Sevillano, natural de Vicálvaro, y de M.ª Diego Desmaisieres López de Dicastillo, conde de la Vega del Pozo.

Nació en el año 1852 en Madrid y murió en 1916 en Burdeos; en la actualidad está enterrada en el espléndido mausoleo familiar de Guadalajara.

La condesa era conocida en el pueblo por su generosidad: proporcionaba trabajo indirectamente, cuando, con su ayuda económica, se arreglaba o construía un camino, o se reparaba algún edificio; ofrecía siete reales diarios, durante cuatro meses a todos los parados, así como otro tipo de limosnas a enfermos y viudas.

Los desposeíodos de aquella época suplían la falta de justicia social con la caridad de alguna dama que, como la condesa, se dedicaban a hacer buenas obras. Así, su labor, fue reconocida en el pleno municipal del 12 de noviembre de 1891, donde se acordó, «como débil testimonio de gratitud reiterados beneficios que el pueblo recibe de la excelentísima señora Condesa de la Vega del Pozo», hacerla hija adoptiva de Vicálvaro, así como labrar en su honor una lápida conmemorativa que se colocará en la Sala de Sesiones. Meses más tarde, el 7 de abril de 1892 se acordó dedicarla una calle, la de la Condesa de la Vega del Pozo, que discurría entre las actuales calles de Lago de Sanabría y Jardín de la Duquesa, y que hoy sigue conservando su denominación.

El palacio heredado de su abuelo estaba situado en los terrenos que actualmente ocupa el Ministerio del Aire, a ambos lados de la calle San Cipriano. Los ancianos del lugar nos recuerdan cómo era el desaparecido palacio: «Tenía dos plantas y muchas habitaciones. En el interior había muebles muy lujosos, tapices, espejos muy antiguos, grandes lámparas, valiosas porcelanas, óleos y alfombras. Rodeaba al palacio un hermoso jardín con dos leones a la puerta.»

Hoy este suntuoso y bello lugar se ha convertido en almacén de cables e hierros oxidados, que no permiten que crezca la hierba. Además de sus propiedades en Vicálvaro, tenía un palacio entre las calles de los Leones y del Carbón, heredado del duque y otro más suntuoso en la calle del Caballero de Gracia, 33, herencia del conde, donde residía habitualmente. Se trataba de un edificio de forma triangular, que tenía fachada a la calle de San Jorge y San Miguel, y que fue demolido al iniciarse las obras de la Gran Vía. La misma suerte corrió también el otro palacio. Cuentan que, apenada por el hecho, se negó a vivir en otro punto de Madrid o de España y se marchó a Burdeos, donde pasó sus últimos días. A su muerte pasó a heredar sus posesiones de Vicálvaro Matilde Desmaisiéres, marquesa de Valencina.

Entre otros nobles ya citados que tenían hacienda en Vicálvaro están: los condes del Puerto, los condes de Pineda, los marqueses de Valdemediano, los condes de Tilly, los marqueses de Orani, etc.

Después de este recorrido, observamos cómo la mayor parte de nuestras tierras estaban o siguen estando en poder de grandes y poderosos propietarios.

Duque de Sevillano y Conde de la Vega del Pozo

D.Juan de Mata Sevillano
I marqués de Fuentes de Duero
I duque de Sevillano
Cartas del duque de Sevillano

Escudo heráldico de las familias Sevillano y Desmaisières. (Panteón familiar en Guadalajara.)

M.ª Juana Sevillano y Sevillano

M.ª de las Nieves Sevillano y Sevillano
II marquesa de Fuentes de Duero
II duquesa de Sevillano

M.ª Diega Desmaisières y Sevillano
III marquesa de Fuentes de Duero
III duquesa de Sevillano
V condesa de la Vega del Pozo
IV marquesa de los Llanos de Alguazas

D. Diego Desmaisières y López de Dicastillo
IV conde de la Vega del Pozo
III marques de los Llanos de Alguazas

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